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The FIFA eSporter

La sonrisa es su mejor recurso

Es pura samba, tiene una actitud que derrocha positividad dentro y fuera del terreno de juego y mueve el balón a las mil maravillas, es Marcelo Vieira, jugador del Real Madrid C.F

Nacido el 12 de mayo de 1988, este jugador brasileño lleva desde el 2006 corriendo por la banda izquierda del equipo madrileño, de arriba para abajo continuamente, como un torbellino en pleno apogeo y, a su paso, descoloca a los rivales, les dribla por la izquierda, por la derecha y, cuando te descuidas, está en tu portería.

Es un jugador excepcional, pero fuera del mundo futbolístico transmite felicidad, algo que escasea hoy en día. Nunca le vemos enfadado, siempre tiene motivos para sonreír y para darle la mano a su rival y ayudarle a levantarse. Y es que, este jugador con doble nacionalidad –brasileña y española- llegó al Madrid cuando tenía 18 años, considerándose prácticamente un canterano del conjunto merengue.
Marcelo siempre se ha mostrado agradecido a la afición y a las oportunidades que se le han presentado: ha tenido la suerte de crecer en el mejor club del siglo XX y uno de los más laureados del siglo XXI y esto lo compensa con su eterna sonrisa, con su gran habilidad con el balón y con su “fair play” dentro y fuera del terreno de juego.

Empezó sus andaduras en el fútbol profesional a los 13 años en las filas del Fluminense y siempre apoyado por su abuelo Pedro –pilar fundamental en la trayectoria de Marcelo-. Al estar sus padres separados, era él el que llevaba al entonces joven jugador a sus entrenamientos y siempre le dedicaba buenas palabras: jugara como jugara e hiciera lo que hiciera, su abuelo siempre tenía algo bueno que destacar.

Tanto es así que el mismo futbolista se tatuó su brazo derecho en honor a su abuelo, su ángel de la guarda. Además, reconoce que gracias a él ha aprendido a apreciar todo lo que tiene y a encontrar motivos para ser feliz a pesar de las adversidades, porque Marcelo no ha tenido una vida fácil en absoluto, ha tenido que pelear como un perro de presa por todo lo que tiene, ha tenido que entrenar muchas horas al día, que pasar por encima de sus contrincantes, que dejar de lado los planes con sus amigos y que vivir una historia de superación que no cualquiera está preparado para afrontar.

El sábado 5 de julio de 2014 fue un día muy duro para Marcelo, su abuelo fallecía por una neumonía que no pudo resistir debido al cáncer de médula ósea que padecía. Éste fue allí para despedirle, pero volvió más fuerte que nunca: actualmente está casado, es un padrazo y es el mejor lateral izquierdo del mundo.

Puede que la persona que más le ha querido ya no esté a su lado, pero puede estar seguro de que estará orgulloso de todo lo que está consiguiendo el que un día fue uno de los tantos niños sin recursos de los barrios marginales de Brasil, ese niño con pelo rizado que, vestido de blanco, ha llegado a rozar el cielo con la yema de sus dedos.

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